sábado, 27 de marzo de 2010

Maquina tragamonedas V Parte



MECANISMOS PSICOLOGICOS QUE PERMITEN CONTINUAR CON LA ADICCION

1.- La “minimización”.

Es el mecanismo psicológico de tipo reactivo mediante el cual el adicto subestima o devalúa los problemas o consecuencias funestas que su conducta adictiva esta generando. Esto le hace ver dicho comportamiento como manejable, sin mucha importancia, minúsculo, irrisorio y que no presenta tanta significancia ni gravedad.

Por lo tanto piensa que no es necesario movilizar a la familia o terceros en busca de ayuda, porque no es necesaria y el solo puede recomponer lo que está causando. Porque minimiza la situación y el debacle en el cual vive. Esto significa para el adicto que no es necesario que tenga que abandonar dicha conducta adictiva.

Algo similar sucede en este tipo de adicto con el dependiente a sustancias químicas por ejemplo si el alcohólico desea beber cerveza, dice «Vamos a tomarnos un parcito...», «Vamos a tomarnos una cervecita para el calor», minimiza la sustancia, y bien sabemos que la palabra es el reflejo de lo que sucede en nuestra mente.

La manera diminutiva y minúscula con que denominan a la sustancia alcohólica les genera «familiaridad», proximidad afectiva y la minimización: inhibición de ver al tóxico en la magnitud y cualidad química que posee.

En el adicto a las máquinas tragamonedas la minimización se presenta en el uso de términos como «Voy a jugar un par de horitas...», o «Voy a echarme unas fichitas...» , «...sólo fueron un par de pesitos que me jugué...»

2.- La Distorsión del enfoque».

Es el mecanismo psicológico mediante el cual el adicto modifica la visión o significado de su adicción, los elementos que en ésta están involucrados, su parafernalia. Así como en el adicto al alcohol el término cerveza puede ser distorsionado con el de «chela», o el beber una caja de cerveza por el de «ponerse un televisor de 12 tubos», o el tomar pisco se convierte en «chilcanito». Asimismo el adicto a las pasta básica de coca el consumo se convierte en «ponerse un clavo» o «romper unos palitos», “ponerse duro”, “pastelearse”, “hablar con pastor”; en el usuario de marihuana su consumo se convierte en «un tronchito», un «huiracocha», un «bate», “un loco”, “un grass”, “una yerbita”, “una natural” y la conducta propia de consumir marihuana se convierte en «lanzar», «malograrse», «manear».

En el adicto a las máquinas tragamonedas la actividad adictiva se convierte en «su trabajo», «un relax», “bajar al barrio», “tomarlo en serio” «hacerse la guita», etc. bajo la justificación que el jugar le está proporcionando un ingreso económico lo cual la mayoría de las veces es falso dado que la inversión en el juego es mayor que el ingreso.

No obstante hay cierta conciencia en algunos de ellos para denominar a los casinos o casas de juego como: el «vicio» «casa maldita», «la perdición», pero con el transcurrir del tiempo en que evoluciona su adicción este término se convierte en una palabra familiar que no les promueve la más mínima reflexión acerca de su comportamiento.

3.- El Autoengaño.
Es el mecanismo psicológico por el cual el adicto a las máquinas tragamonedas se verbaliza argumentos mejor elaborados y construidos a través del tiempo que duró la fase inicial o de aventura y que le urge creer.

Dichos argumentos compatibilizan con su conducta adictiva; pensamientos tales como: «Todo problema tiene solución...», «Mi suerte pronto cambiará», «Todo es cuestión de tiempo...», «...Únicamente lo que necesito es un golpe de suerte...», «Lo que necesito es sólo descansar para reponerme...» que justifican su conducta para no caer en una depresión que se vislumbra por que además su autoestima en estas circunstancias se ve afectada de manera relevante.

En esta fase los pocos e imprevistos momentos de ganancia económica que pueda tener son auto-percibidos de modo sobredimensionado siendo reforzantes de su actividad de continuar jugando ingresando a períodos de fantasías donde diseña o elabora proyectos o planes para su vida o la de su familia basados en el margen de ganancia que en pocos momentos obtuvo, los cuales están fuera de la realidad.

En estas circunstancias desarrollan una taxonomía empírica de las máquinas tragamonedas que frecuenta, en que casinos están ubicados, en que momento del juego puede ser posible que pueda ganar algo del dinero, casinos con máquinas nuevas, las que están en desuso, las más productivas, las marcas industriales, etc.

4.- Argumentos consonantes para la reducción de la Disonancia cognitivo-afectiva.

Los pensamientos que poseía antes de llegar a la fase de desesperación o a la quiebra de su economía, evidentemente eran diferentes a lo que en la actualidad posee. Inicialmente el juego era eso: un pasatiempo, un relax una forma de invertir su tiempo y algo de dinero que lo ubicaban en posibilidad de divertirse o de tener ciertas ganancias económicas sin mucho esfuerzo. Pero ahora el tiempo y la realidad le dice otra cosa y eso le causa conflicto, malestar, frustración: es decir Disonancia-Cognitiva-Afectiva.

Uno de los mecanismos psicológicos que suelen emplear los adictos para reducir o extinguir su conflicto entre la evidente realidad de su adicción y la no aceptación de esta realidad, Festinger L. (1987) se le denomina «Consonancia Cognitivo-Afectiva».

Mediante este mecanismo el adicto al juego emplea una serie de argumentos que vienen a ser la combinación de la realidad con su voluntad de no desear dejar de jugar. Argumentos como «...voy a dedicarme al juego solo un tiempo más y me retiro...», «...que recupere lo que perdí y me retiro inmediatamente...», «...necesito jugar para ganar únicamente lo suficiente y vivir un mes, mientras busco trabajo...», «...no puedo retirarme en la quiebra...», «... no puedo irme siendo un perdedor...», «...Voy a tratar de jugar controlado...», «...voy a trabajar y paralelamente jugar para tener dos ingresos...», «...mis familiares no comprenden que en el juego existen los golpes de suerte que pueden cambiarle a uno la vida...», son sólo algunos de los argumentos que por la continuidad y la necesidad de creerlos se constituyen en una estructura mental difícil de desarticular y modificar cuando ingresan al programa de terapia des-adictiva.

Esta manera de pensar asociada al desconocimiento de parte del usuario de las Adicciones no Convencionales, se confabula para la ruina del adicto a las máquinas tragamonedas. De esta manera, el momento de la diversión y aventura con que inició sus actividades lúdicas en las máquinas tragamonedas ya quedó en el pasado. La fase terminal está próxima; el devastamiento de los mecanismos de autocontrol no sólo ha afectado su conducta de jugar sino que también ha venido afectando a las relaciones con su pareja y entorno. El juego lo ha conducido a la ruina.

5.- Los monólogos y diálogos internos: las auto-verbalizaciones «no/conscientes».

A manera de un estilo literario que James Joice denomina soliloquios o diálogos internos, y que se trasluce a través de su célebre obra «Ulises», este tipo de adicto se auto-verbaliza durante muchos momentos del día una serie de argumentos que refuerzan su conducta del jugar .

Por ejemplo «Tengo que ser más cuidadoso en el juego.», «Cuando juegues, no te desesperes.», «Lo que necesito es un golpe de suerte». Con el transcurrir del tiempo estos monólogos se van haciendo más condensados convirtiéndose en simples palabras pero que encierran un vasto significado que van desde las afirmaciones para continuar jugando, hasta las confabulaciones de fantasía por el juego y su parafernalia.

Por ejemplo, términos como el «recurso», «la ganancia», «la rica guita», son palabras que simbolizan para el adicto mucho, lo cual a veces va asociado a cábala, conductas supersticiosas como antes de levantarse de la cama colocarse ambas medias al revés, el carnet de identidad en el bolsillo izquierdo, usar una determinada media de un color y la otra de otro, usar la ropa interior al revés, son solo unas de la múltiples que en su mente adicta surgen, desarrollan y crecen a manera de una columna de humo en un campamento minero.
R.V.

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